dimecres, 26 de desembre del 2018

New York en familia, 2ª parte. Diciembre de 2018

    Buenas,
    Mi nombre es Laura y soy la nuera de Antonio. Después de su insistencia en que escribiera unas palabras sobre nuestro viaje a New York (en realidad sólo me lo tuvo que pedir una vez), aquí me tenéis!!.
    Empezamos la segunda mañana en la gran ciudad a 1 grado bajo cero. Nos abrigamos bien y nos dirigimos hacia la Libertad iluminando al mundo (mundialmente conocida como la Estatua de la Libertad). Para poder verla un poco más de cerca, fuimos a buscar el metro hacia el sur de la isla de Manhattan y allí cogimos un ferry gratuito, que te permite acercarte a unos cuantos metros de la magnífica estatua.






    Una vez que echamos las fotos que pudimos (tanto en la ida como en la vuelta), volvimos a la isla, donde comenzamos a caminar por toda la zona de negocios de New York: Wall Street nos estaba esperando.
    Anduvimos hasta la Cola de Pez, de Calatrava y de ahí nos dirigimos hacia la zona cero. El World Trade Center es la zona donde se encontraban las torres gemelas. Ahora hay un monumento conmemorativo de las víctimas de aquel fatídico día 11-S y un edificio con un observatorio. Éste se ha convertido en el edificio más alto de la ciudad y símbolo para ésta. Manel y yo entramos para ver el museo del 9/11 (fecha en inglés), mientras que los demás iban a refugiarse del frío y a descansar un poco, ya que todavía nos quedaba toda la tarde por delante.






    De camino hacia el centro, donde Manel y Alba iban a patinar con la prima Laura y José, pasamos por China Town y por Little Italy. Os dejo unas fotos de los sitios más pintorescos.
    Finalmente y, como ya os había anunciado, Manel, Alba, Laura y José estuvieron patinando en la pista de Bryans Park, mientras Antonio, Feli y yo nos refugiábamos del intenso frío. Una vez acabaron de patinar, nos fuimos dirección al apartamento, buscando algún lugar para cenar. Nos metimos en un típico restaurante americano, con unos pasteles increíbles.











    Amanece en nuestra tercera jornada y, como todavía teníamos un poco de jet lag y en nuestra habitación se oía mucho ruido procedente de la calle, Manel y yo decidimos irnos a correr por Central Park. Una vez acicalados, nos dirigimos otra vez hacia Central Park para visitarlo con más detalle.
    Para llegar hasta ahí pasamos antes por Rockefeller center, su árbol de Navidad, su pista de patinaje y luego hacia la quinta avenida, una calle llena de lujosas y maravillosas tiendas. Las vimos de todo tipo, pero no podía faltar la parada en Tiffany & co. y en la torre Trump.







    Estábamos llegando a Central Park, cuando vimos que había muchos bomberos por la calle. No sabíamos si se trataba de una película o era realidad...(la verdad es que son un poco exagerados).







    En Central Park anduvimos bastante, intentando no dejar rincón sin ver. Había gente haciendo deporte, cantando, turistas buscando la mejor estampa, monumento "Imagine" de John Lennon... Para comer, salimos del parque. Como de costumbre, encontramos hamburguesas y pizzas y después de comer, nos fuimos al Museo Nacional de Historia.








    Una vez salimos, nos dirigimos hacia Harlem para ver si podíamos asistir a una misa gosspel, pero no tuvimos suerte.. sólo había dos, en uno de ellos no cantaban y en otro estaban de funeral.., así que nos cogimos un taxi (que por cierto, el taxista era muy amable y simpático) para volver al apartamento.





    Texto: Laura Molina.
    Saludos.
    Antonio Romero.

dijous, 13 de desembre del 2018

New York en familia. Diciembre de 2018





    Hace unos años que surgió la idea de hacer un gran viaje en familia. Casi de inmediato, salió elegida, por mayoría, la ciudad de New York, aunque luego nos llevó mucho tiempo ponernos de acuerdo para viajar. Era difícil fijar una fecha por razones de residencia y trabajo.
    En una cena que coincidimos todos en casa, Antonio, Feli, Alba, Laura y Manel, sacamos el tema viaje y visto y no visto: la misma noche decidimos, más bien decidieron los chicos, que el 2 de diciembre partiríamos desde Barcelona  a New York y en unos días ya estaban reservados el pasaje y el apartamento en el mismísimo barrio de Manhattan.
    Después de ocho horas de vuelo, aterrizamos en el aeropuerto J.F. Kennedy y un taxi nos condujo al corazón de N.Y., que nos recibió con una fina lluvia y una gran cantidad de coches, que hizo que tardáramos casi dos horas en llegar.
    Tomamos posesión de la que sería nuestra casa durante una semana, un apartamento bastante "cutre" y pequeño, pero muy bien situado, en la 9ª avenida, muy cerca del centro de la ciudad. En poco tiempo hicimos el reparto de habitaciones y, ya de noche, salimos hacia la famosa 5ª avenida, ansiosos por empezar a disfrutar de la impresionante ciudad de New York.
    Todos los edificios,  la inmensa mayoría oficinas y centros comerciales, estaban iluminados por infinidad de luces y pantallas gigantes que anunciaban sus productos, con un marcado matiz navideño.
    Tras las fotos de rigor y un paseo lento, excesivamente lento por la cantidad de gente que había, buscamos un restaurante fuera del bullicio y cerca de casa, para cenar por primera vez en N.Y.







    También estaban en New York mi sobrina Laura y su novio José, que repetían visita. Quedamos con ellos para visitar juntos el Empire State y otras maravillas de la ciudad.
    A las 10'30, después de desayunar y callejear por los alrededores, estábamos haciendo una larga cola para disponernos a subir al edificio más alto de New York, 442 m. contando la antena.
    En unos segundos nos dejaba el ascensor en el piso 86, donde paramos para admirar la gran ciudad desde todos los ángulos. Las cámaras y móviles echaban humo, las vistas eran impresionantes.









    Otra vez al ascensor, para subir un poco más, al piso 102 y seguir disfrutando de las bellas panorámicas, aunque aquí nos detuvimos menos tiempo, estábamos al descubierto y el aire y el frío, unos grados bajo cero, nos invitaban a abreviar con las fotos.









                                                                                                                                                    


Ya era mediodía, hora de pensar en comer y en una decisión consensuada por los más jóvenes, acabamos en un restaurante coreano. Los mayores nos hemos dejado llevar en todo momento por ellos, entre otras razones porque dependíamos de su facilidad para entenderse en inglés, así pudimos comprobar que están preparados para relacionarse en un más que aceptable inglés.      
                                                                                                                           





    Tras un buen rato comiendo y una larga tertulia y, sin pasar por el apartamento, no había tiempo para siestas, nos fuimos a visitar la Biblioteca Nacional, precioso y gran edificio, donde había bastante gente leyendo o estudiando y muchos turistas visitando las diversas salas de la biblioteca.







    Después nos trasladamos a la estación de trenes, otro gran complejo a pleno rendimiento para los viajeros y un lugar ideal para visitar y tomar un café y una pasta.






    Y llega la última atracción del día, deseada por los amantes del basket del grupo y también por los no tan aficionados: partido de baloncesto de la Liga NBA entre el equipo de casa, los New York Knicks contra los Washington Wizards.
    El Madison Square Garden era un escenario impresionante. Nuestros asientos estaban en las  gradas más altas, los jugadores parecían enanos, aunque una gran pantalla central nos ofrecía las imágenes a mayor tamaño.
    El espectáculo de luces y sonido, como complemento al extraordinario partido, ayudaba a gozar durante unas dos horas largas.
    El resultado era lo de menos para nosotros, por cierto que ganó el equipo visitante, lo mejor fue que asistimos a un gran espectáculo deportivo, para nunca olvidar.






    Saludos.
    Antonio R.