dijous, 13 de desembre del 2018

New York en familia. Diciembre de 2018





    Hace unos años que surgió la idea de hacer un gran viaje en familia. Casi de inmediato, salió elegida, por mayoría, la ciudad de New York, aunque luego nos llevó mucho tiempo ponernos de acuerdo para viajar. Era difícil fijar una fecha por razones de residencia y trabajo.
    En una cena que coincidimos todos en casa, Antonio, Feli, Alba, Laura y Manel, sacamos el tema viaje y visto y no visto: la misma noche decidimos, más bien decidieron los chicos, que el 2 de diciembre partiríamos desde Barcelona  a New York y en unos días ya estaban reservados el pasaje y el apartamento en el mismísimo barrio de Manhattan.
    Después de ocho horas de vuelo, aterrizamos en el aeropuerto J.F. Kennedy y un taxi nos condujo al corazón de N.Y., que nos recibió con una fina lluvia y una gran cantidad de coches, que hizo que tardáramos casi dos horas en llegar.
    Tomamos posesión de la que sería nuestra casa durante una semana, un apartamento bastante "cutre" y pequeño, pero muy bien situado, en la 9ª avenida, muy cerca del centro de la ciudad. En poco tiempo hicimos el reparto de habitaciones y, ya de noche, salimos hacia la famosa 5ª avenida, ansiosos por empezar a disfrutar de la impresionante ciudad de New York.
    Todos los edificios,  la inmensa mayoría oficinas y centros comerciales, estaban iluminados por infinidad de luces y pantallas gigantes que anunciaban sus productos, con un marcado matiz navideño.
    Tras las fotos de rigor y un paseo lento, excesivamente lento por la cantidad de gente que había, buscamos un restaurante fuera del bullicio y cerca de casa, para cenar por primera vez en N.Y.







    También estaban en New York mi sobrina Laura y su novio José, que repetían visita. Quedamos con ellos para visitar juntos el Empire State y otras maravillas de la ciudad.
    A las 10'30, después de desayunar y callejear por los alrededores, estábamos haciendo una larga cola para disponernos a subir al edificio más alto de New York, 442 m. contando la antena.
    En unos segundos nos dejaba el ascensor en el piso 86, donde paramos para admirar la gran ciudad desde todos los ángulos. Las cámaras y móviles echaban humo, las vistas eran impresionantes.









    Otra vez al ascensor, para subir un poco más, al piso 102 y seguir disfrutando de las bellas panorámicas, aunque aquí nos detuvimos menos tiempo, estábamos al descubierto y el aire y el frío, unos grados bajo cero, nos invitaban a abreviar con las fotos.









                                                                                                                                                    


Ya era mediodía, hora de pensar en comer y en una decisión consensuada por los más jóvenes, acabamos en un restaurante coreano. Los mayores nos hemos dejado llevar en todo momento por ellos, entre otras razones porque dependíamos de su facilidad para entenderse en inglés, así pudimos comprobar que están preparados para relacionarse en un más que aceptable inglés.      
                                                                                                                           





    Tras un buen rato comiendo y una larga tertulia y, sin pasar por el apartamento, no había tiempo para siestas, nos fuimos a visitar la Biblioteca Nacional, precioso y gran edificio, donde había bastante gente leyendo o estudiando y muchos turistas visitando las diversas salas de la biblioteca.







    Después nos trasladamos a la estación de trenes, otro gran complejo a pleno rendimiento para los viajeros y un lugar ideal para visitar y tomar un café y una pasta.






    Y llega la última atracción del día, deseada por los amantes del basket del grupo y también por los no tan aficionados: partido de baloncesto de la Liga NBA entre el equipo de casa, los New York Knicks contra los Washington Wizards.
    El Madison Square Garden era un escenario impresionante. Nuestros asientos estaban en las  gradas más altas, los jugadores parecían enanos, aunque una gran pantalla central nos ofrecía las imágenes a mayor tamaño.
    El espectáculo de luces y sonido, como complemento al extraordinario partido, ayudaba a gozar durante unas dos horas largas.
    El resultado era lo de menos para nosotros, por cierto que ganó el equipo visitante, lo mejor fue que asistimos a un gran espectáculo deportivo, para nunca olvidar.






    Saludos.
    Antonio R.

6 comentaris:

  1. Las fotos muy bonitas, pero alguna merecía una explicación, besos.

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  2. Bona nit, Fernando y Manel.
    Haciéndome eco de vuestras insinuaciones, me he decidido a escribir. Espero no haberme excedido, jaja

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  3. Ahora si Antonio. Además de disfrutar de esas maravillosas fotos nos enteramos del frio que pasasteis!!!
    Es broma, me encanta todo lo que pones en tu blog.
    Ah... y gracias por cuidar tan bien de mi hija Laura y su novio, tu sabrás lo que haces...como se acostumbren...
    Besos.

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  4. Hola, hermana.
    Pues sí, hacía mucho frío, aunque los termómetros, al mediodía, marcaban 40 grados... claro que eran Fahrenheit, equivalente a menos de cinco grados de los nuestros.
    Sí que los cuidamos, el placer fue mutuo y lo pasamos muy bien todos, los chicos marcaban el ritmo y nosotros intentábamos seguirlos.
    Petons.

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